martes, 2 de octubre de 2007

El duelo de la muerte, derrumbarse o reconstruirse

La muerte es un tema que mucho de nosotros no deseamos siquiera imaginar, pero que todos estamos a merced de que ocurra en cualquier momento; pues tanto nosotros, como nuestros familiares, amigos y demás relacionados estamos VIVOS.

Sin embargo cuando tiene lugar, cuando alguien que queremos muere, puede que esa pérdida, esa eterna falta, nos consuma del dolor, nos genere un trauma del cual, ni nos interese salir.

Una profunda tristeza se aloja en nuestra alma, nuestro corazón y nuestra mente, aún cuando estemos vivos por funcionalidad, realmente una gran parte de nosotros se encuentra en estado de coma y el resto está muerto.

Muchas veces nos olvidamos que somos una parte muy importante de un engranaje universal, social, familiar y corporal. Permitimos que el dolor se instale en nuestros corazones por días, semanas, meses y hasta años.

Si bien es comprensible que nos permitamos el tiempo para transitar por el duelo, también es real que seguiremos vivos y que hay otras personas que también merecen ser amados y que de igual manera están sufriendo, pero que no han tomado la decisión de uniformarse con el traje de víctima.

Es cierto que quizás muchos no han tenido la oportunidad de aprender herramientas útiles para manejar las emociones, quizás nuestra cultura se ha focalizado en darle más importancia al desarrollo del potencial intelectual, pero en esta época es cuando nos encontramos con muchos profesionales exitosos, cuya vida les grita que la vivan con un significado que los pueda hacer sentir conectados con ella.

Al igual que los adultos, nuestros jóvenes no están preparados para fracasar, sufrir pérdidas, para dejar expresar o detectar sus emociones, percibir el mundo con curiosidad, saber apreciar los detalles cotidianos y mucho menos agradecer sus vidas.

Con la muerte de un ser querido, sólo tenemos 2 opciones derrumbarnos o en honor a todo lo que representamos para ese ser, reconstruirnos . Aunque les parezca increíble , la mejor vía para iniciar nuestra reconstrucción es ingresar emociones, pensamientos y sueños que puedan insertarse en el bloque de nuestra depresión.

Solicitar apoyo es una gran decisión, pero la mejor está dentro de cada uno de nosotros, la que se produce en el momento que decidimos salir de la depresión e iniciar una vida cuyo fin sea la de aportar un mayor bienestar a los demás, en la escala o área que deseemos desarrollar.

¡Recuerde que la vida es un soplo que hay que planearlo con pasión, decisión y alegría!, en vez de lamentarse por lo perdido, haga honor y bríndele lo mejor de usted a quienes le siguen rodeando, conéctese con algún sueño que no haya concretado todavía, pero que gracias a Dios tiene vida y tiempo para concretarlo. De seguro ese ser querido le agradecerá su coraje y le seguirá llevando con amor en su alma.

Para terminar quiero comentarles que este escrito lo he redactado con conocimiento de causa, con el camino de búsqueda recorrido que ha quedado como un tesoro, como la mejor herencia que hace honor a la muerte de mi madre cuando yo tenía 17 años. ¡Adelante!

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